Si sientes que tu vida está en blanco y negro, que nadie te entiende, que todo te aburre, que nadie te llama la atención y que realmente no hay nada que pueda interesarte lo suficiente como para levantarte de la cama, puede que estés sufriendo el síndrome de Madame Bovary. ¡Asiste a un grupo de ayuda y por nada del mundo te acerques al arsénico!
El problema principal que sufre Emma es que ha nacido en la época equivocada. Siente que el amor debería ser tan apasionado como las novelas de amor cortés que lee, pero lamentablemente dichas novelas han sido escritas siglos antes de su nacimiento. Su contexto histórico es el realismo: nada sobresale, nada es apasionado, es solo un vil y aburrido espejo de la realidad, lo cual la frustra.
Sale de la casa de su padre en busca de un amor apasionado, sin embargo se encuentra con un esposo del montón y una vida mediocre, lejos del lujo y la pasión que tanto anhelaba.
¿Podemos culparla? Si pasamos toda nuestra vida queriendo sentir un amor fuera de lo común, en un escenario digno de tal amor y de pronto la realidad nos da fuerte y nos damos cuenta que tales cosas no existen o solo existen para los más afortunados y que la vida que tienes es la que siempre tendrás, que nada cambiará, que vivirás siempre aburrida y siempre sin amor... ¿No tomarías arsénico también?
¡La parte romántica dentro de mí dice que sí! Y es lo que a Emma le sucedía, pues solo había una parte romántica gritando dentro de ella. Era Quijote de la Mancha, un caballero en la Edad Moderna. Una romántica en la Edad Contemporánea. Demasiado humilde para sus ostentosos gustos y demasiado apasionada para su vida aburrida. Fue el realismo lo que la mató, no el arsénico.


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